Gladiator II

Ridley Scott

Alien, Blade Runner

La sombra de la primera entrega de Gladiator es inmensa, y resulta complicado dejarla atrás al analizar su «secuela». Sin embargo, abordemos Gladiator II como una película independiente, sin recurrir constantemente a la hemeroteca de su predecesora. Su mayor problema no es la existencia de la obra original, sino que carece de una dirección clara y una narrativa definida que le otorgue identidad propia.

Desde el inicio, la película demuestra cierta falta de rumbo. Arranca de manera fría, con una sobreexplicación innecesaria que magnifica un trauma cuyo impacto se diluye a medida que avanza la trama. Además, el primer acto presenta dos comienzos simultáneos, como si se tratara de una escena alternativa finalmente forzada en el metraje. Este segundo inicio nos muestra al joven Hanon huyendo de la guardia imperial, un momento que, aunque prometedor, carece de desarrollo posterior.

Una de las ideas más interesantes de Gladiator II es el juego del «gato y el ratón» entre los personajes de Pedro Pascal y Paul Mescal. La película posiciona al héroe como un espíritu vengativo, casi un villano, y al villano como un ángel caído que lucha por la justicia, sugiriendo una compleja inversión de roles. Este concepto podría haber sostenido la película entera y dado profundidad a su narrativa, pero apenas ocupa unos pocos minutos y desaparece con sorprendente rapidez, dejando una sensación de desperdicio creativo.

Aunque Gladiator II mejora conforme avanza, es en el coliseo romano donde alcanza su punto álgido, tanto visual como narrativamente. Las escenas de acción en la arena son impactantes, aunque las coreografías no destacan y algunas incoherencias narrativas restan fuerza al espectáculo. Un ejemplo claro es el combate entre Hanon, varios gladiadores y un rinoceronte, donde los secundarios desaparecen del plano para luego reaparecer de manera conveniente y recibir alabanzas.

Ridley Scott, un maestro del cine, entrega aquí una versión menos ambiciosa y más complaciente de su arte. La puesta en escena carece de intencionalidad, con predominio de planos y contraplanos que solo destacan en contadas ocasiones. Aunque el vestuario y los efectos especiales son impecables, parece que la película se refugia en ellos, consciente de su potencial limitado en otros aspectos. La ausencia de Hans Zimmer es notoria, y aunque se reutiliza su icónico tema de Gladiator, la introducción de esta pieza resulta forzada y carente de impacto emocional. Fuera de este momento, la banda sonora no deja ninguna huella memorable, haciendo que la película se sienta vacía en el apartado sonoro.

En cuanto al elenco, destaca un despliegue de talento veterano combinado con jóvenes promesas. Paul Mescal está correcto como protagonista, pero su personaje carece de consistencia. Su arco de venganza y aceptación de identidad se siente desdibujado, y aunque se esperaría un momento de catarsis interpretativa, esto nunca llega. Los actos que construyen su leyenda se desarrollan fuera de cámara, dejando al público con una narrativa inconexa.

Pedro Pascal, por su parte, llena la pantalla con carisma desde su primera aparición, pero su personaje, inicialmente fascinante, se diluye hacia un cierre insatisfactorio. Joseph Quinn y Fred Hechinger entregan actuaciones divertidas y extravagantes como emperadores, aunque sus papeles resultan desaprovechados. Connie Nielsen regresa, pero su personaje no ofrece un cierre notable. La verdadera joya es Denzel Washington, quien interpreta al personaje más complejo y retorcido de la película. Su actuación es magnética, llena de matices y una energía que demuestra cuánto disfruta el rol, aunque tampoco se le otorga un final digno de su calibre.

En resumen, Gladiator II va de menos a más, y aunque es entretenida, queda lejos de lo que podría haber sido con un mejor desarrollo de personajes y una narrativa más rica. Pasará a la posteridad como una obra correcta, pero incapaz de alcanzar la gloria que su predecesora inmortalizó.

«Gladiator II quedará en el olvido, mientras su predecesora seguirá resonando en los ecos de la eternidad.»

-Álvaro Lages-

SINOPSIS

Años después de presenciar la muerte del venerado héroe Máximo a manos de su tío, Lucius se ve obligado a entrar en el Coliseo después de que su hogar fuera conquistado por los tiránicos emperadores que ahora gobiernan Roma con puño de hierro. Con rabia en su corazón y el futuro del Imperio en juego, Lucius debe mirar hacia su pasado para encontrar la fuerza y ​​el honor necesarios para devolver la gloria de Roma a su pueblo.

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